Aquél que nunca ha amado habrá de amar en la luz. Jorge Seferis. Alopecia. Sabemos todos que es un concepto referente a problemas del cabello. Sin embargo, se me ha ocurrido compararlo con la pérdida de espiritualidad. Calvicie. Alopecia espiritual es el desierto que se produce donde antes hubo vida abundante y que por infinidad de causas, propias o ajenas, se ha ido empobreciendo hasta ir perdiéndose progresivamente. Donde antes hubo, ahora no hay. Toda alopecia tiene un motivo que reside en la raíz y se manifiesta de múltiples maneras. No le prestamos atención hasta que nos damos cuenta de que el asunto es tan evidente que es imposible disimularlo. Precisamente es entonces cuando la búsqueda de soluciones no puede demorarse más porque, si se continúa adelante de este modo, pronto no habrá vuelta atrás y las hormonas espirituales perdidas, perdidas podrán quedar. Es muy triste que tal y como está el panorama mundial, algunas congregaciones sufran este tipo de alopecia en cualquiera de sus áreas, y en sus filas se vean con claridad solares ministeriales desérticos: miembros que, desprovistos de formación, hacen su trabajo de manera deficitaria; miembros egocéntricos convencidos de que han sido llamados para ejercer poder; miembros que no encuentran la manera de servir en algo y terminan acomodándose al sedentarismo, desde el que se acostumbran a exigir que se les sirva; miembros que obligan a otros miembros a que les pongan todo a mano y se le solucionen los problemas personales. La calvicie se nota en mayor medida cuando con desgana se da la espalda a asuntos importantes precisamente quitándoles importancia. Aquella euforia por seguir al Señor se nota ahora en la falta de sed de Dios que se va agrandando sin necesitar saciarse. Se nota en la pérdida del cosquilleo interno que no es más que entusiasmo por servir al Señor lo más dignamente posible, y a los demás. Cuando no hay manera de beber del puro evangelio, el alimento no es el debido y el mensaje de Jesús es tergiversado, empiezan las frustraciones, los asientos que van quedando libres a lo largo del tiempo. Incluyámonos todos. Suele ocurrir que nos vamos quedando calvos de ilusión; calvos de ganas de aprender; calvos por causa de la vagancia; calvos por entrar por el aro. Por lo tanto, no hay avance, y no lo hay porque creemos que ya lo sabemos todo, y esos huecos que tanta falta hace llenar, lo ocupan la apatía, las críticas y el aburrimiento. Lo bueno es que si bien la alopecia capilar, propiamente dicha, suele ser progresiva, la espiritual puede curarse. Basta con reactivarse con la voluntad de querer saber más del Señor. Basta con que volvamos a mirar sus enseñanzas con ojos nuevos y hacer el esfuerzo de querer arrancar. Al principio costará coger la dinámica pero, al poco tiempo veremos como, por entre esas parcelas yermas, despuntarán nuevas ilusiones que nos llenarán el corazón con los mensajes de nuestro señor Jesús. Junto a él seremos capaces de sanarnos, con el fin de conducirnos y conducir a otros a ser capaces de amar en la Luz. Texto extraido de: https://protestantedigital.com/tus-ojos-abiertos/52536/alopecia-espiritual-un-desierto-mental